domingo, 5 de junio de 2016

EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS (EPISODIO #176)


Nuestro potro se adentraba en el bosque denso, como un intrépido rayo de sol invadiendo tinieblas pasajeras, desplazándonos con una brusquedad que te hacía sudar hasta las cejas. No sabíamos jinetear, motivo por el cual sobrellevábamos las dificultades sujetándonos con fuerza. Abundaban los obstáculos. Nos agachábamos, siempre atentos a los enmarañados ramajes que caían desde los gigantes de madera. Las abejas habían sido superadas, preocupaba sobremanera cabalgar sin caer y luego rodar como piedras. Si el caballo nos expulsaba, en el mejor de los casos terminábamos quebrados. Quebrarse en la eterna soledad de un bosque aislado implicaba una muerte lenta, pero seguíamos montados.