jueves, 30 de junio de 2016

EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS (EPISODIO #199)


¡Corre, Milo, corre!, me arengaba en silencio para mantenerme enérgico. Mi valeroso espíritu seguía latiendo. A pesar de tanta hambre, llevaba conmigo un tigre apuesto. El cerdo asesino no cesaba en sus intentos de hacerme su almuerzo. Estaba colérico, me lo hacía saber con sus gruñidos violentos. No quería voltearme, en la superficie había troncos y las ramas caían por todos lados para tumbarme en el suelo. Tenía que estar atento. Si caía, efectivamente terminaba siendo su alimento. Me estaba alejando de mis compañeros. Podía perderme en un bosque inmenso pero sabía que su pata presentada una herida y, tarde o temprano, fracasaría en el intento.