miércoles, 29 de junio de 2016

EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS (EPISODIO #198)


Me sentía un perro de caza, no vacilaba, poco a poco lo intimidaba. La bestia gruñía, desaforada. Pese a su bravura, no atacaba. Sus colmillos no me amilanaban. Yo tenía hambre de días, estaba dispuesto a todo con tal de echarlo a las brasas. Tan sólo necesitaba perforarle la panza. 1, 2, 3, contaba en silencio, y sin pensarlo disparaba la lanza. Sus reflejos habían logrado que el filo del palo no diera de lleno en la pata. Se desprendía, en un suspiro mi lanza era pisoteada por la bestia desgraciada. No lo podía creer, la bestia volvía a gruñir, endiablada. Lentamente acortaba distancia con su mirada llena de rabia. La pata le sangraba. Desesperado me volteaba para correr en dirección a la nada. El apestoso jabalí quería venganza, oía sus zancadas, machacaban mis esperanzas. Mi vida peligraba, lo único que importaba era correr, esquivando ramas enmarañadas.