domingo, 3 de julio de 2016

EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS (EPISODIO #207)


Los árboles que me rodeaban me hacían recordar que en aquella superficie reinaban ellos. Increíblemente formaban una especie de cerco. Una prolija extensión de césped cubría todo el terreno como si acaso alguien se ocupara de mantenerlo. Medía no menos de cincuenta metros. De hecho parecía un campo de juego. Después de mucho tiempo podía contemplar el cielo abierto. Varios nubarrones lo estaban invadiendo. Una placentera sensación de alivio presagiaba el inminente arribo de agua del cielo. Una y otra vez me limitaba a observar el cerco, dando vueltas enteras que hasta me provocaban mareos. Tan eminente era la arboleda que me costaba estimar los metros. Además metían miedo. Pese a ello me recostaba sobre el pasto para relajar los huesos. Sin querer me estaba durmiendo.