sábado, 9 de julio de 2016

EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS (EPISODIO #212)


Sorpresivamente hallaba sosiego para mi ánimo. Levantando la mirada descubría que todas las ramas se habían encorvado. Me aliviaba saber que las raíces se habían retirado. Todo se había normalizado, pero de pronto comenzaba a oír sonidos extraños. Y con esos sonidos irrumpía desde el hoyo un ser misterioso. Medía no menos de un metro de ancho. Parecía un tallo. Era verdoso. Una inmensa flor espinosa salía de la tierra para dejarme impresionado. Su boca era tan grande que si quería podía engullirme de un bocado. Se arrastraba por la superficie como una iracunda serpiente dominada por el odio. Parte de su tallo seguía enterrado en el hoyo. Estaba muy nervioso. El montículo de tierra que alojaba mi cuerpo se estaba desmoronando. Me había arrodillado. Repentinamente la tierra se abría y con ella caía al pozo. Manoteando el tallo evitaba caer en las profundidades del hoyo. Con la poca fuerza que me quedaba trepaba por el tallo. Era bastante pegajoso. Sacando la cabeza del hoyo le echaba un vistazo. El monstruo se desplazaba en dirección a mis ojos. El sudor me mojaba todo. Apoyando los codos en la superficie lograba sacar medio cuerpo. La planta tenía pinzas espinosas. El miedo entumecía mis miembros. Mi mente quería mover las piernas pero los pies seguían quietos. Son esos instantes en que uno se siente un estorbo. Mi reacción se limitaba a un silencio estólido.